Reseña: ‘El mundo no es como crees’, un vistazo a otra realidad



Título:
El mundo no es como crees: Cómo nuestro mundo y nuestra vida están plagados de falsas creencias
Autor: El Orden Mundial
Editorial: Ariel
Páginas: 288
Fecha de publicación: septiembre, 2020
Sinopsis: ¿Estaba prevista una epidemia como la del coronavirus? ¿La crisis económica y el cambio climático desplazaron las crisis sanitarias de la agenda política? ¿Hacer un voluntariado es la mejor forma de ayudar? ¿La violencia contra la mujer es más alta en los países nórdicos?

En tiempos de desinformación y fake news se ha vuelto más necesario que nunca entender el mundo que nos rodea no solo por mera curiosidad, sino por el impacto que tiene en nuestras vidas en multitud de aspectos, desde la política hasta la salud y la economía, pasando por cuestiones culturales, sociales o medioambientales. Y lo cierto es que algunas de las cosas que ya creemos saber sobre el mundo se basan en historias erróneas o falsas. En este libro, el equipo de El Orden Mundial se propone desarmar algunos de los mitos, estereotipos y confusiones más comunes que encontramos en nuestro día a día, como el de que las guerras actuales se dan por el petróleo o que la COVID-19 será el fin de la globalización.

Algo complicado de entender cuando hablamos de la realidad es que, para cada ser humano, la realidad es algo completamente distinto. La multitud de individuos que conformamos la sociedad acostumbramos a interpretar el mundo de una forma diferente, de gozar de una realidad que nada tiene que ver con la de los demás. Y en ese proceso de exégesis, en ese proceso de buscar el sentido que tienen las cosas para cada uno de nosotros, nos damos cuenta de que el mundo es mucho más de lo que pensamos. Que, quizás, el mundo no es como creíamos.

Como uno de los proyectos más prometedores de El Orden Mundial, grupo compuesto por jóvenes cuyo objetivo es convertirse en el medio español de referencia del análisis internacional, nace la obra El mundo no es como crees. Publicada en septiembre de 2020 de la mano de Ariel Editorial, el libro hace un viaje sobre los mitos y creencias establecidas por la humanidad que lejos están de ser ciertas. Un recorrido que, acompañado de expertos en el ámbito de la información, se propone separar las piezas del puzle que durante años hemos creído como completado para encajarlas de manera distinta y enseñarnos, así, otra realidad.

Tal y como trataba de explicarnos la psicóloga estadounidense Susan Fiske en una entrevista para El País hace tan solo unos meses, nuestro cerebro intenta buscar atajos a la hora de fabricar una opinión rápida sobre las personas que vemos a nuestro alrededor; pese a que a esas personas no las conozcamos de nada. Es de esta forma como aparecen los prejuicios, como se conforman esas realidades que luego adquirimos como propias y que nos ayudan a entender el mundo o la sociedad de la que formamos parte —la psicóloga lo denominaba “avaricia cognitiva”—. Lo cierto es que la reflexión de Fiske es de vital importancia porque es imposible no acordarte de esta tras la lectura de El mundo no es como crees. Ya sea con el término de “avaricia cognitiva” o con los “atajos cognitivos” a los que El Orden Mundial hace referencia durante la obra, el mensaje es el mismo: necesitamos de ideas que se formen lo más rápido posible —aunque esto pueda conllevar que no sean del todo justas— para encontrarle un sentido a lo que ocurre en nuestro entorno o incluso más allá de este. Necesitamos de un mapa que nos indique el camino, aun con el riesgo de que ese camino haya tomado simplificaciones para llegar antes al destino.

No obstante, también hemos de mencionar que estas creencias que, como seres humanos, asumimos y, en la mayoría de casos, también defendemos, no nacen por mera casualidad. Todo lo que pensamos se encuentra condicionado por las experiencias que hemos vivido desde nuestra infancia hasta llegar a lo que somos a día de hoy. Cuando en uno de los capítulos de El mundo no es como crees se comenta que África es reducida a guerras y pobreza pese a que, por ejemplo, ahora el continente esté siendo la causa de que en un futuro podamos disfrutar de una planta de montaje elaborada para vehículos eléctricos, es obvio que esta creencia no es común por caprichos del azar. Y tampoco comparto que esto sea, como escribe El Orden Mundial, a que hemos entendido África “como un todo” —pues en Asia hay países más peligrosos o pobres que otros y, sin embargo, sabemos realizar su merecida distinción—. Sino más bien porque nuestra sociedad es racista y, si hablamos de un continente en el que abunde la gente de raza negra, automáticamente dedicaremos pensamientos negativos hacia este. Porque así hemos sido educados desde pequeños y porque ahora es más difícil desprenderse de estas ideas que en un pasado tomábamos como ciertas. Volviendo a hacer referencia al ejemplo de los mapas ya utilizado, sucede algo parecido a lo comentado cuando la construcción de nuevas carreteras acaban cambiando un mapa que conocíamos de memoria: sabemos que tenemos que seleccionar nuevas direcciones porque el antiguo camino ha quedado anticuado, pero las amplificaciones del antiguo mapa hacen mella en nosotros y se nos hace complicado acostumbrarnos a una nueva realidad que poco se asemeja a la que teníamos anteriormente.

Lo apasionante de la obra es que cada capítulo comparte mitos que, si bien tienen la finalidad de desmentir o enseñar sobre un tema concreto y específico sin caer en generalizaciones, cada mito podemos hacerlo nuestro y aplicar la reflexión que surja de este en nuestra vida cotidiana. Pues el mundo no es como creemos y, tratándose de uno que cada vez está más globalizado, las falsedades que nuestro cerebro convence de que sean verdaderas se propagan con mayor facilidad. Esto lo percibimos cuando, a lo largo del tercer capítulo, El Orden Mundial hace enfoque en que la violencia de género no está más desbocada en el norte de Europa que en el resto del continente. Resumiendo lo que se narra en este, la principal causa de que pensemos que allí se producen más violaciones es el número de denuncias que se produce en esos países con respecto a los demás. Llevándonos dicho tema a nuestro terreno, tras la emisión del documental Rocío, contar la verdad para seguir viva, el número de llamadas realizadas al teléfono de atención a las víctimas de violencia machista aumentó un 42%. Esto no quiere decir que el programa generó más casos, pero sí que muchas mujeres se llenaron de fuerza para contar casos que de otra forma no se habrían contabilizado. Y, sabiendo esto, entendiendo el porqué de lo que sucede, nuestras realidades se tiñen un poco más de verdaderas.

En definitiva, El mundo no es como crees es el descubrimiento de que, a pesar de que existen diversas realidades en el interior de cada individuo, hemos de saber mirar más allá y poner atención en aquello que termina haciendo de nosotros lo que somos: nuestros pensamientos, nuestras creencias. He ahí donde radica la fuerza y la importancia de la obra, en hacernos reflexionar y poner en evidencia nuestra realidad pese a que, de alguna forma u otra, sigue siendo nuestra realidad, aquello que nos caracteriza a la hora de interpretar la sociedad. El exceso de información nos ha de hacer unas personas más preocupadas por la manera en que la gestionamos y la influencia que esta puede tener en nosotros. Si el mundo no es como creemos, ¿por qué no dedicar más tiempo a tratar con más detenimiento la realidad que nos hace humanos?


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