Reseña: ‘El príncipe y la modista’, un valiente cuento de hadas



Título: El príncipe y la modista
Autora: Jen Wang
Traductora: Julia Osuna Aguilar
Editorial: Sapristi
Páginas: 272
Fecha de publicación: octubre, 2018
Sinopsis: El príncipe Sebastian y la modista Frances ocultan un secreto que no pueden revelar sin poner en peligro el futuro de la corona: a él le gusta vestirse de mujer y ella es su costurera personal en la sombra. Enredos de palacio y amor romántico en una trama cargada de aventura, dobles juegos y el descubrimiento de la identidad.

El príncipe y la modista, obra conocida en inglés bajo el título The Prince and the Dressmaker, es el libro más popular de la galardonada ilustradora Jen Wang hasta la fecha. Conocida por su trabajo en la serie de cómics Hora de Aventuras, y autora de otras publicaciones como En la vida real (Roca, 2015) o Stargazing, El príncipe y la modista es su gran salto al mercado editorial internacional. 

Para empezar, esta es una de las novelas gráficas más bonitas y surrealistas que he leído en mi vida.

La historia nos presenta a Frances, una humilde costurera que llega a oídos de la realeza cuando diseña un vestido solicitado por una clienta. Este vestido es exótico y extravagante, y llama la atención de un gran número de personas cuando dicha compradora lo luce en un evento. Lo que Frances no llega a imaginar es que entre esas personas se encuentra el mismísimo príncipe Sebastian, que la contrata para poder gozar en la sombra de sus brillantes creaciones; o, al menos, de esas creaciones de las que no estaría bien visto que el príncipe hiciera gala bajo su propia identidad.

When I first learned the truth, I thought Sebastian's life would be ruined. But seeing you, I realized everything would be fine. Because someone still loved him.

Desde ese momento, Frances y Sebastian se convierten en personas inseparables, siempre unidos por un secreto que no debe salir a la luz: el príncipe es, en realidad, la glamurosa señorita Crystallia que sale a presumir durante la noche de sus impresionantes vestidos. No obstante, si toda este argumento tiene sentido en la Francia de los 1830, tiempo y lugar en los que se ambienta la historia, los acontecimientos con los que esta finaliza no lo tienen en absoluto. A no ser, claro está, que nos encontrásemos ante “un valiente cuento de hadas”.

¿Justifica un cuento de hadas la falta de realismo? Tal vez, porque al fin y al cabo es un cuento de hadas. Sin embargo, ¿debemos justificar los errores que hay en la trama de El príncipe y la modista como si de un cuento de hadas se tratase? Todavía no lo sé con seguridad, pero de lo que no me cabe duda es de que Jen Wang toma decisiones atrevidas y necesarias que perjudican a la obra hasta niveles estratosféricos, si acaso eso es posible.

La primera de estas decisiones es la de transformar la relación entre Frances y Sebastian en algo más que una amistad, lo que deja un romance demasiado metido con pinzas que no es para nada creíble, al menos en mi opinión. Los protagonistas se querían de una manera honesta y sincera, tal y como se quieren dos hermanos, por lo que el giro argumentativo que se produce al final donde ambos se enamoran me resultó extraño y poco convincente. Pero, a su vez, necesario. El libro rompe, gracias a ello, con los estereotipos de que el drag únicamente es practicado por personas que pertenecen a la comunidad LGBT o de que tener un comportamiento afeminado te hace ser gay automáticamente. Y dentro de lo estúpido que supone ser el romance en esta ocasión, eso es un rotundo acierto.

My whole life is other people deciding what's acceptable. When I put on a dress, I get to decide what's silly.

Por otro lado, el desenlace de la obra —por muy bonito que este sea— no corresponde a su época, lo cual es un grave problema. Me hubiera parecido genial que la autora ambientase la historia en 1830 con la mentalidad de nuestro tiempo si toda la historia hubiese seguido el mismo patrón. Pero la trama sigue al príncipe Sebastián en su intento por ocultar que le gusta llevar vestidos puesto que la sociedad no aprobaría esa conducta. Es por este motivo que se me hace raro leer un final tan inverosímil. Si el escenario de tu libro es un mundo histórico real, simplemente no puedes permitir que termine de esta forma.

No obstante, pese a todos los problemas que he encontrado en El príncipe y la modista, ha sido una lectura que me ha dejado bastante satisfecho. Fue al terminarla y al ponerme a reflexionar sobre ella cuando me di cuenta de cosas que en realidad carecían de sentido, pero eso no me impidió disfrutar previamente de la obra. Wang nos regala unas ilustraciones bellísimas y tengo ganas de seguir descubriéndola como artista. No sé si esto es un cuento de hadas, pero en el caso de que sí lo sea, ha sido uno de los más valientes que he leído jamás. ¿Cómo me replantearía siquiera no recomendarlo?


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